viernes, 1 de julio de 2022

EL CUARTETO DE ALEJANDRIA II. BALTHAZAR.

 



Balthazar.
El cuarteto de Alejandría II.


    Los episodios relatados en Justine, en el volumen 1 de esta serie ya comentado aquí, son retomados en esta segunda entrega desde un punto de vista externo. El perspectivismo es una de las razones de ser de este estilo narrativo y Durrell es un experimentador que juega a intercalar espacio y tiempo, con planos que, como hemos visto en otros novelistas de la modernidad, fragmentan sus conexiones habituales. También consigue el efecto de elaborar una construcción cargada de paralelismos, donde lo irracional encuentra su orden y su sentido.
    Ya hemos hablado de esto en el diario, y hemos compartido explicaciones sencillas sobre lo que significa perspectivismo como técnica literaria. Sin embargo, no hemos ahondado en el sentido "coral" que tiene este término. Porque, de una forma u otra y con toda lógica, las diferentes perspectivas se nutren de las intervenciones de personajes que, ya sea como testigos que se vuelven narradores o como narradores que son, de pronto, observados como fuente de la narración, participan en el entramado del texto. La condición de "textura", llamada así por J. M. Adam, es la que da forma y sustancia al texto como tal. Si los elementos de la narración, los llamados tradicionales (sea narrador, objeto, espacio, tiempo y sus partes: planteamiento, nudo, desenlace, etc.), se conjugan con una configuración distinta, es decir sin respetar las normas que le daban su nombre y significado, entonces la estructura de la narración se convierte en un fondo donde los elementos encajan intuitivamente. Esta "intuición" no es más que la elaboración mental del lenguaje: aquella que nos proporciona el fundamento de la comunicación. 
    Durrell nos descubre en este volumen el verdadero sentido y orientación de su tetralogía: la consolidación de un modelo de comunicación literario que destierra, de algún modo, la lógica racional de la estructura novelística: del realismo, del detallismo figurativo o representativo, la secuencia de los comportamientos o las funciones clásicas de los personajes basadas en modelos antropomorfos prefigurados. Así, Balthazar es una muestra de libertad artística y una búsqueda intensa de un lenguaje que se construye por sí mismo. De tal manera, hemos de olvidar lo que el volumen anterior nos contaba, para, en la corta memoria de acontecimientos aparentemente irrelevantes, pero en sí trascendentes para el orden del argumento, reubicar los valores humanos de los que cuentan su vida. 
        Hay un aspecto, además, que me resulta muy llamativo y que ya hemos visto en Robert Musil, Thomas Mann o Walser, curiosamente todos narradores de la órbita germana: la forma en que se incluyen en la cotidianidad algunos comportamientos que casi llamaríamos "patológicos". Es difícil discernir, en ocasiones, en estos tipos humanos la cordura de la libertad anárquica, o la impulsividad de la emoción intensa y sincera. Por tanto, el lector tiene que evaluar algunos actos, que directamente serían tachados por nosotros de insensatos o inexplicables, como formas convencionales de ser, en un contexto en el que lo convencional pierde su sentido. Así leímos, en su día, en Kerouac o en Miller, por ejemplo.
        Después de todo lo dicho, queda patente el valor artístico de esta obra y lo interesante que resulta, tras la lectura de Justine, puesto que nos aporta una visión completamente diferente de un universo único y muy particular. Los detalles en esta magna obra, además de pasar por la utilidad pecuniaria de una herramienta descriptiva, anclan la memoria de los objetos y los seres a una dimensión deformada. Sin embargo, esto no debe asustar al lector sino todo lo contrario, puesto que muchos descubriréis que es de esta manera cómo se puede hallar un vehículo de entendimiento de la historia. Basta con dejar a nuestra memoria la oportunidad de construir una geometría variable de los rostros, las emociones y los hechos. Ella, por sí sola, elaborará las conexiones oportunas e irá dándole forma.
Ya tenéis ejercicio para estas vacaciones. De nada.
Un abrazo.

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