miércoles, 22 de julio de 2020

LOS SIETE PILARES DE LA SABIDURÍA



Los siete pilares de la sabiduría.
T. E. Lawrence


     En ocasiones, las redes sociales sirven para algo. Alguien colgó, el otro día, una foto de Lawrence de Arabia, el de verdad. Aquellos ojos azules, el orgullo de su vestimenta del desierto, de las galas de oriente, y la mirada penetrante del aventurero. Se adivinaba un hombre tímido, pero determinado y muy inteligente. Su postura de caballero británico, transustanciado en árabe, con las manos blancas y finas, de hombre de letras, adivinaban lo poliédrico de su personalidad.
     Aquella foto despertó en mi memoria los días que pasé leyendo sus aventuras, entendiendo el porqué de sus incursiones en el desierto, de sus intimidades como militar y como político, que de algún modo llegó a ser. Esta obra, si fuera de ficción, atraería a millones de personas, descubriría mundos nuevos en este mundo, crearían debates públicos sobre la interacción de los hombres, separados por culturas, visiones de la vida, etc. Pero se trata de unas memorias, de una transcripción, más o menos literaria, de lo que esos ojos azules vieron, por dónde pasaron, qué experimentaron. 
     Son tiempos en los que el mundo aún estaba por descubrir (creo que comenté eso en facebook), en los que el hombre no se conocía a sí mismo y las distancias parecían galaxias en mitad del espacio y el tiempo. Son los tiempos de los piratas, de los expedicionarios al polo, de las grandes conquistas de las cumbres. Si alguien cree que esos tiempos desaparecieron, se equivoca. Existen, pero sobre otros desafíos: el conocimiento de la micro-vida, de la abolición del hambre y la desigualdad, del mantenimiento del planeta, del descubrimiento del espacio (fuera del planeta y en lo recóndito del mismo). 
      El camino aún sigue transitando por veredas que, frondosas, no muestran su punto de llegada. Y así ha de ser, porque lo importante es caminar. Lawrence pertenece a esa hornada de hombres que combatían la desidia con creatividad y acción, literatura, historia y guerra. Hombres como Calderón de la Barca, Christopher Marlowe, Winston Churchill, Ernst Hemigway, Arturo Pérez-Reverte y otros que, sin duda, no se quedan en el escritorio. Los escritores de esta índole no son mejores ni peores, pero tienen otro punto de vista, que les aparta del común de los mortales, porque han visto la sangre viva, la muerte, el esplendor de la naturaleza, la inmensidad de la existencia, y trasladan a nuestra imaginación, que es un pozo sin fondo, el estímulo necesario para hacerla volar, subir a los cielos.
     Leer a Lawrence debería ser materia de instituto, en cualquier caso, porque ayudaría a los chicos y chicas a entender en qué mundo viven, cómo los cambios determinan nuestra convivencia, qué peso tiene la historia y la cultura, de qué modo nuestra visión de las cosas puede alterar la cotidianidad más ínfima y particular y, sobre todo, de qué es capaz un solo hombre cuando sus ideas y sus manos se ponen a trabajar.
      Es uno de los mejores libros que he leído en mi vida, y he leído unos cuantos. Me parece un monumento a la humanidad, capaz de fascinar y de enseñar. Lawrence, un gran hombre en un mundo por construir. Un visionario, un hombre sencillo, un ser humano.
Un abrazo.

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