jueves, 9 de junio de 2022

HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA

 


Historia del cerco de Lisboa
José Saramago


    Es sumamente gratificante lo que me ocurre con Saramago. Durante mucho tiempo, después del impacto de leer El evangelio según Jesucristo, no tuve contacto con ninguna de sus obras. Tras adquirir un ejemplar de segunda mano de La caverna, que ya hemos revisado en este diario, me leí Ensayo sobre la ceguera, del que también hice una reseña en el blog, y ahora esta obra, que encontré en un estante de una librería de viejo de Almería, la única que queda. 
    El estilo narrativo que utiliza el portugués aquí es dinámico, casi de conversación mental. Una cadena de pensamientos y reflexiones, así como de voces, que van construyendo el escenario de los personajes: un escenario que se mueve en el tiempo, entre la historia que se va elaborando en manos del escritor, y las relaciones personales de dos amantes casi casuales, que acaban encontrando un tipo de amor no muy convencional, a mi modo de ver.
    La relación entre el autor y su obra, así como los desafíos que presenta el lenguaje para alguien que trabaja con él, son temas que se deslizan por estas páginas. Reconozco que me ha entusiasmado la primera parte del libro, hasta el punto de que, después, como es lógico, la tensión y la intensidad ha ido disminuyendo. Pero hay algo que enlaza con el final y que lo convierte en algo completo: el amor entre la editora y el escritor. 
    No sé cuándo escribió esto Saramago, pero da la impresión de que se trata de una obra de madurez lograda. A lo largo de su obra se puede vislumbrar el cambio estético, la relación del propio Saramago con su forma de narrar y cómo incorpora ciertos elementos, desechando otros, al modo de un artesano que reconvierte su técnica y que mira con ojos más incisivos.
    Sin duda, es un enorme placer leer a Saramago. Siempre despierta los instintos, los sentimientos y las dudas. Lo hace con una calma inusitada, que se percibe en la actitud de sus personajes. Hasta la violencia parece menos violencia. Es un alma pura y blanca y un escritor por derecho.
    Esta historia, tránsito entre el pasado real histórico y la ficción histórica, conduce al lector por vericuetos muy interesantes. Y lo hace con el poder de una palabra flexible, adaptativa, que huye de ciertas rigideces sintácticas y que aglutina significados, sentidos, orientaciones. Es lo que hace a este lenguaje narrativo más poderoso y comunicativo.
    Una de esas obras placenteras que hay que leer con cariño.
Un abrazo. 

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