viernes, 11 de diciembre de 2020

LA FAMILIA DE ALVAREDA

 



La familia de Alvareda
Fermín Caballero


    Fuertemente identificada con los valores conservadores tradicionalistas y, no obstante, arraigada en el más intenso y teatralizado romanticismo, Cecilia Böhl de Faber, firmando como un hombre y haciendo honor a su visión estática de la mujer en sociedad, consigue sentar las bases de lo que luego será el realismo en la novela española. El propio Galdós se sintió heredero, entre otros, de esta gran escritora que, dejando a un lado lo reaccionario y maniqueo de sus ideas y el conductismo de su narrativa, consigue construir una historia que tiene el sabor del romancero, del folclorismo.
    En su técnica literaria hay elementos del folletín, costumbristas y políticos que se van desgranando, transparentes, a través de los cuadros que van conformando la trama. Las pasiones, exacerbadas, van colocando a los personajes en los extremos de una línea argumental que se cierra en sí misma. La tragedia se adivina desde el principio, y los condicionantes, también. La lógica reacción tensa y violenta viene determinada por los principios, por las palabras, que no son inocentes ni inofensivas. 
    Los perfiles, inflexibles, las posiciones sociales, inamovibles, las relaciones sociales, establecidas: la España que fuimos, la guerra de los egos, la intransigencia y la ceguera de una sociedad partida, quebrada por la ignorancia y un señorío mal entendido. La supervivencia por encima de la razón, el egoísmo y la radicalidad santurrona que embriagan el intelecto y arrinconan el progreso y la comprensión. Resulta paradójico que, a través de un cuadro tan cercano a la veracidad de muchos de los valores morales e intelectuales de su tiempo, Cecilia/Fernán muestre las fallas evidentes de un país arruinado, sometido a sus propias contradicciones que, de muchas maneras, ha condicionado a la sociedad que somos hoy, con sus débitos anacrónicos y sus fantásticas transformaciones. Y eso lo hace desde su convicción conservadora y pétrea irracionalidad, lo cual da mucho más valor a la historia.
    Toda exacerbación de los extremos acaba dejando en entredicho las posiciones más férreas, y esta novela no es una excepción. Su mundo está encerrado en los paisajes andaluces que la autora conoció (una de sus casas aún se conserva en Sanlúcar de Barrameda) y que contribuyó a extender un tópico mal entendido sobre el andalucismo. Sin embargo, hay luces en el cuadro tradicionalista de Cecilia Böhl de Faber: aquellas que representan la gran diferencia entre los seres oprimidos y los privilegiados, algo que puede verse en la novela realista de todos los tiempos, desde Francia hasta Rusia.
    Es un tipo de novela que puede resultar previsible desde la perspectiva actual, pero que guarda el sabor auténtico de la época, tanto por las confesiones políticas y morales de la autora como por el sentido de las relaciones humanas que los personajes desarrollan, y que muy bien podrían llevarse a las tablas en esos términos. 
    Teatralidad y adoctrinamiento, pero también acuarelas de un mundo que, sangriento y alejado del nuestro, aparentemente, remiten a ciertas ideologías del siglo XXI, trasnochadas aún y herederas de las divisiones humanas de entonces.
Hay que leer a las madres para entender a los hijos.
Un abrazo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MIENTRAS AGONIZO

  Mientras agonizo William Faulkner          Cada vez que encuentro una obra de Faulkner en cualquier tienda de segunda mano, mercadillo, o...