domingo, 13 de septiembre de 2020

TEATRO CRÍTICO UNIVERSAL

 Teatro crítico universal 1726-1740 / Benito Jerónimo Feijoo


Teatro crítico universal


    Es curioso. Reviso los comentarios de facebook de vez en cuando, hay veces que a diario, y casi me da vergüenza decirlo, puesto que las redes sociales no son, ni serán, mi fuerte. Y no es por una especie de actitud de superioridad (propia de la gente que no es flexible a los cambios que impone el mundo y la tecnología), sino por el lenguaje que impera y la forma de comunicación en que se ven envueltos los participantes. De vez en cuando, como digo, me paro a leer lo que pone la gente, con más o menos interés, y descubro varias cosas interesantes: en general, cada uno va a hablar de lo suyo, lo cual es loable y lícito, puesto que de eso se trata, pero se suele dar el caso de que las contestaciones, las diferentes participaciones a raíz de una entrada, un artículo, una foto o lo que sea, suelen ser escuetas o, peor, caen en la frase hecha, el exabrupto, el insulto, la exclamación anodina, sin sentido, la palabra gruesa.
     Las redes sociales deben ser, y son, los foros del siglo XXI, de la modernidad, en la que ya deberíamos haber superado los viejos prejuicios, los victimismos históricos, las calamidades del pensamiento populista, las demagogias baratas, y otros males del pensamiento. Sin embargo, para mi pesar, veo cómo la gente, en general, junto a la típica frase melosa y azucarada que invita a salvar el mundo, coloca el insulto abismal, recio, bajuno, que ataca ideas contrarias, ya sean políticas, religiosas o que simplemente buscan minimizar al otro.
     Leyendo al padre Feijoo reflexioné sobre el papel de los ilustrados en España. El siglo XVIII está muy denostado por la crítica: algunos opinan que es un libro perdido, que no hay suficiente calidad, que no hay "alma", como dice un compañero mío. Una poesía vacía, superficial, ensayistas en vez de novelistas, teatro que alecciona, pero que no enamora. Sin embargo, Feijoo demuestra que una cosa sí es cierta: el pensamiento, la argumentación, la calidad de lo leído y lo sabido son piezas capitales de una sociedad culta y equilibrada, una sociedad en progreso. 
     La gente suele escribir llevada por el principio de acción-reacción, y en estos casos la reacción busca ahogar a su antecedente a través del medio fácil: la sátira, la ridiculización, el titular. Es difícil mantener la compostura, vestir las ideas de argumentos, sostener el edificio del pensamiento con lo acumulado a través de los años y la lectura. Hay personas que leen mucho, pero esto no garantiza nada porque pueden no leer bien. 
     La forma que tiene la gente de expresarse, por lo general decimos, es tan pobre en argumentos sólidos, en ideas bien conformadas que, incluso en asuntos de gran simpleza, carecen de una mínima reflexión. Estas cosas se entrenan, pero para eso es importante seleccionar bien lo que se lee, puesto que no tenemos muchas vidas para gastarlas con los libros. 
     Lo que demuestra facebook es que se lee poco o se lee mal y, por otra parte, que no se saca partido del tiempo que dedicamos a los libros. Será porque vivimos deprisa, será porque no nos importa la imagen que damos, que es penosa cuando nos aplicamos al verbo rápido y desnudo de razón, será. Pero es preocupante, en todo caso, que tik-tok, o como se llame, sea el referente cultural de generaciones que crecen intentando imitar cualquier estupidez que alguien, listo para los negocios, quiere inculcar con el único fin de que le rían la gracia y, de paso, ganar unos cuantos miles de euros. Por supuesto, si alguien hace esto es porque existe un rebaño que lo hace posible.
     Niños jovencísimos que se enriquecen como influencers o como youtubers y que no tienen nada que aportar a la sociedad, más allá de una postura llamativa, una bailecito, una habilidad curiosa y poco más. Luego están las/los que dan consejos para vestir (?) y aquellos/as que intentan decorarte la casa, enseñarte qué comprar y cosas así.
     El circo de la vida no se detiene y nos arrastra con él. Las cabezas de los jóvenes no están protegidas contra la estupidez general y caen, como moscas, en el absurdo, en la actitud indolente, en la falta de criterio. Es un mal actual muy extendido. No obstante, no son cosas de niños, son hábitos que influyen en la comunicación general, en la mala información, en la mentira que se repite hasta la saciedad, y que otros creen, en lo que vemos en los políticos de hoy, y veremos en los de mañana, en unos medios que nos des-informan para mantenernos a raya.
     Feijoo muestra cómo se combate la imbecilidad, las llamadas tradiciones, los barbarismos, las especulaciones. La razón es un edificio enorme que se construye poco a poco, paso a paso, y que necesita ir acumulando bloques sólidos para no dejarse caer de golpe. Y, como siempre, nuestra actitud individual hace que el mundo evolucione o se autodestruya. A veces, cuando leo facebook, imagino que los demás participantes hacen este tipo de reflexiones. Normalmente, despierto pronto de los sueños.
Un abrazo. 

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