miércoles, 3 de junio de 2020

LAS HERMANAS MAKIOKA




Las hermanas Makioka
Junichiro Tanizaki


     En paralelo al realismo de la novela europea, donde destacamos a autores como Galdós, Balzac o Dickens, Japón tuvo la oportunidad de desarrollar un tipo de literatura, de corte costumbrista y social, que sirve, entre otras cosas, para dar a conocer al mundo buena parte de sus entidades de convivencia. La sociedad japonesa, como podríamos intuir, no es muy distinta de la nuestra y se expone, en la pluma de Tanizaki, con una frialdad extrema, con una especie de objetividad desilusionante. Digo esto porque, en la mentalidad del occidental, ciertas reacciones del individuo frente al estamento comunitario son tenidas en cuenta como una señal de modernidad, y al sujeto como una especie de héroe crítico de su tiempo. Las hermanas Makioka no cuenta una historia de superación, sino de resignación aunque, en el fondo, su protagonista no es alguien ajeno a la reflexión, a la duda, ni tampoco una mujer que deje al mundo desarrollarse al margen de su pensamiento íntimo. Sin embargo, muchas veces, los acontecimientos superan cualquier deseo y el entorno condiciona a la persona, sin paliativos. 
     Encontramos, por tanto, muchas similitudes entre Tanizaki y Clarín, o Zola, en algunos aspectos. Su forma de narrar es límpida, pulcra, de bisturí, que muestra con precisión, y delicadeza, la vida arraigada de las mujeres en una sociedad patriarcal, dominadas por el tópico, por la tradición y por la obligatoriedad de cumplir con lo que se espera de ellas. Es, en ese sentido, asfixiante, pero Tanizaki deja un resquicio a la esperanza, puesto que su protagonista busca otros modos de relacionarse con la existencia. Lo importante no es si lo logra del todo o no, sino la manera en la cual una persona puede aceptar ser lo que es, sin renunciar a pensar de otra forma o a imaginar otros mundos, lo cual tiene consecuencias, claro. Algunas importantes y otras, no.
     Novela realista, al fin, cargada de sentimentalismo (bien entendido) y con una técnica envidiable. Tanizaki es recomendable por lo que representa pero, también, por la ventana que abre a un mundo y una cultura que son, en sí mismas, extremadamente atractivas. Repasando, sin embargo, ciertos detalles, no encontré mucha diferencia entre este mundo de las Makioka y las familias de la posguerra en España. Es para pensar.
Un abrazo.

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