viernes, 24 de abril de 2020

TÉCNICAS DE LECTURA. CAPÍTULO 1.

El Minotauro - Mitos y Leyendas para niños | ParaNiños.org

EL LABERINTO DEL MINOTAURO


     ¿Cuántas veces nos lanzamos al vacío de una lectura que se enreda como una madeja, que no nos deja ver el final del túnel y que nos confunde, a cada paso que damos? Si no entendemos que el perspectivismo funciona así, será imposible avanzar. 
     Una de las grandes limitaciones de la comunicación escrita consiste en que el lenguaje es unidimensional: puede dar la impresión de controlar la realidad, pero no es así. Es solo una ficción en sí mismo, una manera de adornar su imprecisión, su unidimensionalidad. La vida transcurre en forma simultánea: los seres hablan y actúan a la vez, mientras unos mueren y otros nacen y el sol aparece, al tiempo que, en otro lugar del mundo, lo hace la luna. Indiscutiblemente, el autor se encuentra ante la dificultad de pintar con un pincel tan pobre. Pero se las ingenia para conseguir que vayamos hollando los vericuetos de los personajes, cada uno con sus circunstancias, intentando que el hilo común de una historia, basada en algún tema que los una o los conecte, nos vaya llevando por las diferentes sendas. La narración debe poseer un faro luminoso que alumbre en medio de tan inmenso océano. Es un ejercicio referencial, en cierto modo, el de la construcción de una trama.
     Sin embargo, cuando un lector afronta una lectura que comienza a discurrir por caminos disjuntos y que parecen disociarse, debe respirar profundo y continuar. Porque, como confirmará más adelante, los propios personajes darán las claves para conectar unas voces con otras.
     Contaba Bajtin que la novela era el resultado de una polifonía, construida a partir de textos no literarios, cotidianos, de leyendas, de cuentos orales, de construcciones ficcionales, etc. El narrador es es el que aglutina todo esto y lo hace legible y comprensible. Esto es a lo que está acostumbrado un lector convencional. Pero ¿qué ocurre cuando existen varios narradores, sean homodiegéticos o no, es decir, protagonicen la historia o sean solo observadores? Pues que, en la mayoría de las ocasiones, nuestra mente padece una ligera confusión momentánea. Es como un estudiante de piano cuando tiene que aprender a disociar en su cerebro lo que hace su mano derecha, de lo que hace su mano izquierda: la armonía, el ritmo, la melodía. 
     No hay que perder la calma, de ninguna manera, se trata de avanzar. Y para ello es bueno centrarse en el personaje que narra, en cada momento, en la voz que nos hace experimentar lo que ve o siente en su área privada y vital. Porque lo importante es el fenómeno de la experiencia, lo que se llama la fenomenología del acto de observación del arte. 
     Palabrería. Porque más allá de la técnica, es como si estuviésemos en un mentidero de las viejas ciudades de España, en el foro público de las calles, los mercados, donde el populacho advierte las historias más disparatadas y cotidianas, donde todo parece abigarrado y confuso pero donde todo el mundo sabe de lo que se habla. Hay que inmiscuirse con el oído abierto, dejar entrar todo lo que se cuenta, e ir captando el ambiente de los personajes, las voces, los contextos, las circunstancias, más allá de cualquier acción anecdótica, que solo busca la hilación de la historia como si fuera gluten. 
     Si uno se deja llevar y absorbe lo que le van diciendo las diferentes voces, su mente se irá acostumbrando, sin prestar atención a detalles nimios y, conforme avance en la lectura, descubrirá que todo está conectado y que, sin querer, sabe de lo que se habla y lo que se cuece. Porque la mente se entrena con el acto y en el Laberinto del Minotauro lo importante es escuchar con avidez, para que el medio toro-medio hombre, no nos embista. 
Un abrazo. 

2 comentarios:

  1. Yo me frustré con la lectura de "Nuestro común amigo" de Charles Dickens. Me pasó lo que dices en este artículo, perdí la calma con tanto personaje, tanto nombre distinto, y no pude avanzar mucho. Quiero retomar un segundo intento, creo que la novela lo merece.

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  2. Pues hazlo cuando estés preparada, no antes.

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