martes, 28 de abril de 2020

LA MUERTE DE VIRGILIO

La muerte de virgilio (Tapa blanda) · Libros · El Corte Inglés



HERMANN BROCH
La muerte de Virgilio


     En ocasiones, el descubrimiento de determinados autores marca el ritmo de tu actividad lectora o, simplemente, solidifica los cimientos de lo que haces y piensas. Tropecé con Hermann Broch durante la investigación de mi tesis doctoral, como de pasada y, entre otras, leí esta maravilla brotada de su magistral pluma. Broch es un típico autor centroeuropeo, con todo lo que eso conlleva, que para la mentalidad cultural del sur resulta adusto, áspero en ocasiones, o tremendamente intelectual (entiéndase tremendo como "tremendista"). La cuestión es que cuando los teutones abordaban la consideración del clasicismo, que es un legado del sur de Europa realmente, parece que lo hacen desde el sentimentalismo o desde el abandono y el enamoramiento más absoluto, como en el caso de Goethe, por ejemplo. Sin embargo, Broch establece un esquema dialéctico en el que la razón y la observación llegan al fondo del artista. 
     El tema central de esta novela, es la creación como modulación de la mente humana. Nada menos. ¿Quién es el creador? ¿Es un ser que se trasciende, que se niega, que retrata o que fabula? ¿Es la obra propiedad del autor o pertenece al mundo, a la realidad que brota de él? ¿Es su producto o es producto de la naturaleza y, como tal, independiente? La obra fluye como las ideas, de una manera poderosa y libre, pero la mentalidad de la política interviene para refrenar las ansias de libertad, tal vez con esquiva racionalidad. 
     Enfrentados el pensador racional, lógico, el político, el ordenador de las sociedades, el equilibrador, y el creador, de altos vueltos, libérrimo en ocasiones, pulverizador del caos en pequeñas esencias, surge la magnífica reflexión sobre lo producido, sobre lo orgánico que es, en el fondo, todo lo creado, lo surgido de la mente y las manos, del pensamiento y el hecho intelectivo. 
     Es una discusión hermosa y bella, de diálogos profundos y ensartados en el orden de una sociedad donde, a diferencia de la actual, el individuo encontraba su libertad en el sistema establecido, como heredad de su propia esencia. La categoría del ser como respuesta al mundo creado por el ser humano, es una herramienta de supervivencia intelectual que surge tras la destrucción de los bienes cimentados en el saber y la lógica, en el progreso y la ciencia, en la cultura adquirida y aprehendida, y deviene a partir de las grandes guerras, de la mortandad galopante, de la destrucción de los individuos para el mantenimiento de las civilizaciones. De esa destrucción del ser surge la reacción acre de la novelística moderna, de los "ismos" y de la ruptura de la normalización lógica del pensamiento, más propia del siglo XIX.
     Broch ataca, en algún panfleto grandioso, los movimientos "kitsch" y los define, se convierte en sentenciador del arte, como otros pensadores de su tiempo. Esta es una reflexión que surge con fuerza de la época finisecular, de los modernismos y las vanguardias y, por ende, de la reorganización del mundo conocido. Es de donde surge Kafka o Faulkner, y es a donde pertenece Broch. 
     Esta novela es un tratado de arte, del buen arte, pero, ante todo, es una disquisición sobre el papel que jugamos todos y cada uno en la obra artística: desde la sociedad, el autor, el observador y el conservador (tiempo e historia). Si creías que tenías las ideas claras sobre las relaciones del libro con el lector y el autor, los medios de difusión o la pertenencia de las palabras, pásate por la aventura de Virgilio en sus últimas horas, y degusta (en una hora relajada, a ser posible) la deliciosa enseñanza de esta conversación de sabios. Imprescindible.

Un abrazo.

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