miércoles, 29 de abril de 2020

LA MUERTE DE ARTEMIO CRUZ
















La muerte de Artemio Cruz
Carlos Fuentes

     
     No sé si me equivoco al afirmar que Carlos Fuentes no es de los autores más seguidos del llamado Boom Hispanoamericano. Tal vez se deba a la dificultad de destacar entre tantos maestros, tan comercialmente respondidos, o tal vez a que su nombre no se ha erigido en el medio de difusión con la misma intensidad. Esto no significa, por supuesto, que no sea un gran escritor y muy seguido, sino que, seguramente, no es de los primeros nombres que destacaríamos en una entrevista, vistos los García Márquez, Vargas Llosa, Borges, etc. 
     Sin embargo, leyendo esta novela, aparecen los mismos elementos que encontramos en Cien años de soledad, pero también la angustia barroca de un Lezama Lima o la parsimonia trágica de un Miguel Ángel Asturias. El tiempo, otra vez, se da doblando y redoblando en un personaje que bascula entre el desastre y la gloria. Los espacios van alternándose, a su vez, de la manera en que el individuo transcurre por los intersticios de la memoria. 
     El marco de la narración es la revolución mejicana y es la sombra de los pueblos desiertos, de las ciudades violentas, de las gentes silenciosas que esconden secretos, de la muerte que acecha en cada rincón de la casa, en las manos de los más queridos, en las voces del pasado. Es increíble la conexión que hallamos con Juan Rulfo o con Onetti, en ocasiones, y de todos ellos entre sí, como si hubieran vivido las mismas vidas. Me recuerda a lo que cuenta Bruce Chatwin en Los trazos de la canción acerca del patrimonio oral y existencial de los aborígenes australianos.
     Leyendo a Carlos Fuentes entramos en el mundo de la América reconocida, en su propio espejo, de los grandes males que no son sino modos de entender el devenir de los hombres. La violencia, el desarraigo, el amor desesperado, la aspiración social o la política se entrecruzan para crear una maraña muy particular y reconocible. Lo más bonito e interesante de estos autores es el tratamiento de la realidad, la manera que tienen de reconstruirla, como un mosaico que se va diluyendo en pequeñas imágenes retenidas en el subconsciente. Estas imágenes, inopinadamente, vuelven a la realidad en su momento oportuno, para determinarla, para sellarla con su contenido personal.
     Carlos Fuentes es un innegable maestro de la literatura que enraíza la palabra en el tiempo. Resulta interesante, culto y, a la vez, entretenido, intenso y pulido. La vulgaridad se transforma en reflexión, la muerte en vida, la mirada en sonido: sinestesias sugeridas por el motor de nuestra imaginación que, Fuentes, con su pluma, violenta de una forma sutil y certera.
     Hay muchas razones para leer a Carlos Fuentes, seguro que tú, después de hacerlo, podrás aportar la tuya.

Un abrazo.

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