domingo, 12 de abril de 2020

LA ISLA DEL TESORO

El mundo del cine y sus estrellas: La isla del tesoro

La isla del tesoro 
ROBERT LOUIS STEVENSON

    

     En Robert L. Stevenson, como en su Dr. Jekyll y Mr. Hyde hay dos individuos: el borracho que escribía en una esquina tabernaria de Edimburgo, y el hombre pequeño, inseguro, intratable. Los que hoy, aficionados, a la escritura, siguen las poses de antiguos "malditos" de la literatura no entienden, porque no pueden, que para escribir novelas de este calado hace falta, en ocasiones, percibir la mirada distinta de quien no encaja en el contexto.
     Este tipo de anomalía social es la que elabora los perfiles más interesantes de la literatura, porque libera ciertos aspectos de la humanización del hombre que son complejos y que, difícilmente, pueden ser encasillados en marbetes comunes.

     En las novelas de aventuras acostumbramos a experimentar tramas que desarrollan argumentos manidos, sin mucha sustancia, pero que reelaboran escenarios y situaciones donde el diálogo y la acción transforman la experiencia en una amalgama de cambios bruscos, de sorpresas y de intervenciones que ponen en solfa los equilibrios iniciales. Es el movimiento, el dinamismo, lo que conlleva el interés y el aprendizaje de los personajes. 

     La isla del tesoro es un clásico y, como tal, los niños nos acercábamos a él en diferentes versiones: cine, cómic, novela corta, novela adaptada a diferentes edades, etc., con el conocimiento previo que supone conocer la historia, su desarrollo, su conclusión. Pero tenía el interés de las historias folclóricas, las que se cuentan en las noches de miedo, las que se recuerdan con los amigos, las que sirven para romper el silencio... Cuando uno alcanza la madurez, o la edad adulta, o como se llame esto, este tipo de novelas adquieren una dimensión desconocida. 

     Aquellos que hayan pasado de los treinta y no hayan leído ninguna novela de Stevenson porque ya se saben la historia...no saben lo que se pierden. Además, La isla del tesoro ofrece una de las personalidades literarias más interesantes jamás descritas. John Silver El largo es un tipo clásico de pirata, con todo lo que eso supone. Pero el contraste que produce con el niño protagonista desprende una increíble tensión de ternura, que se va liberando con las propias contradicciones del pirata. John tiene el sentido de la fidelidad a sus compañeros, delincuentes como él. Sin embargo, es una fidelidad que se quiebra ante el peligro que supone la aventura con un niño, que es un ser frágil y delicado. De algún modo, John se siente obligado a proteger al menor, siente que tiene una relación humana que va más allá del honor o la ética de su oficio de pirata, o del ideal. No hay filosofía que se sustraiga al hecho de que la humanidad está en el sentido del amor y la protección al menor, al débil. Esa ternura, ese amor soterrado, consigue hacernos ver que, en realidad, John Silver el Largo es el más quebrado de los personajes, el más débil y el más contradictorio y nos produce una enorme sensación de ternura y acercamiento. Pero también, su sacrificio le hace encontrar las fuerzas en la flaqueza, enfrentarse a sus miedos y contradicciones y sacar de sí un espíritu enorme, de gran valía, de bravura y firmeza ante los océanos, las traiciones, el poder del dinero, la muerte.

     Robert L. Stevenson sentía lo que sentía John, o Mr. Hyde, y por eso bebía para escribir. Tal vez, conjeturamos, porque el escritor que no padece es incapaz de entender, en la distancia, lo que las palabras ocultan.

     Si has orillado obras como esta, porque es un clásico, porque crees que lo sabes todo o porque te aburren las novelas que los niños pueden leer...¡desengáñate! Esta es una de las novelas que no puedes irte de este mundo sin haber paladeado. Después de una conversación con los piratas, serás otras persona, no te quepa duda.

Un abrazo.

2 comentarios:

  1. Me apasionan las novelas de aventuras. Gracias por tu interesante artículo

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  2. Gracias ti, de nuevo. Esta es imprescindible, con mayúsculas.

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