viernes, 17 de abril de 2020

FORMAR LECTORES

Ensayo : Formación de lectores : Anamari Gomís

FORMAR LECTORES


     Vivimos días de confinamiento. Mucha gente, entre ellos los docentes, nos preguntamos si deberíamos seguir adelantando materia para los alumnos, si esto es justo, si debemos repasar contenidos anteriores y dejarlo ahí aceptando, mal que nos pese, que en la sociedad del siglo XXI, donde todo parece pasar por las NNTT, parece que somos incapaces de mantener formación a distancia en la escuela pública. 

     Cuando estas cosas ocurren, los padres se perfilan como grandes víctimas del sistema, por tener que aguantar a sus hijos (sí, repito, a sus hijos), por hacer de profes y por entender, por una vez, que estos sí que trabajan y que la materia que, ahora, les parece imposible de gestionar es la que nosotros gestionamos con sus hijos a diario. 

     No obstante, en una cosa tienen razón: hay algunos profesores que sobrecargan a los alumnos de actividades, y no se trata de eso. Si de verdad el trabajo que estamos haciendo en casa, a distancia, con los medios telemáticos que nosotros mismos nos hemos proporcionado, puesto que la administración no ha podido, o no ha querido planificarlo anteriormente para ir adaptando nuevos métodos, no puede ser evaluado porque el sistema (padres, administración, algunos profesores) cree que no aporta nada, propongo algo:

     Deberíamos fomentar la lectura, puesto que lo dice la ley, y deberíamos hacerlo como prioridad fundamental en los alumnos de ESO. ¿Por qué no planificamos un plan de lectura de aquí a final de curso, que nos permita trabajar con ellos, sin prisas, determinados libros, donde se toquen muchas materias diferentes, y con los que podamos desarrollar su capacidad cognitiva?

     Porque, no nos engañemos, todos queremos enseñar nuestras materias, sí, y todas son importantes, pero el gran objetivo de la enseñanza secundaria (y lo debería ser del Bachillerato también, vistos los resultados) es crear lectores. Tenemos la obligación, como sociedad, de transmitir a los alumnos que la lectura es una herramienta imprescindible, la única imprescindible diría yo, puesto que da acceso a todo el conocimiento general de la raza humana y permite el desarrollo de las capacidades cognitivas y las múltiples inteligencias que contenemos. 

     En conclusión, si el gran lastre de la sociedad moderna (en España, aclaro) es que leemos poco, y mal, ¿no podría ser esta una excelente oportunidad para fomentar la lectura, sin prisas y sin tener que obligar a una nota o asociar la lectura a una carga de trabajo? De todos modos, visto lo visto, los contenidos se van a abandonar de algún modo, lo cual me produce un asombro mayúsculo. Pero, por otra parte, la lectura se ve como un complemento y no como una herramienta sustancial, por mucho que queramos introducirla con calzador en todas las asignaturas.

     De hecho, ¿no debería haber una asignatura solo de lectura? Hay quien opina que no se puede obligar a leer a nadie. Yo opino que si el cerebro no se trabaja, se atrofia, como cualquier músculo. Tampoco dejamos a los niños en casa, los obligamos a ir a centros masificados con programas de estudio constreñidos y muy estandarizados. Leer debe ser prioritario y debe ser la excusa para trabajar de manera multidisciplinar, término que los pedagogos utilizan con frecuencia pero que ni ellos mismos parece que sepan aplicar en nuestras abigarradas aulas. La teoría es una cosa y la triste realidad, como siempre, es otra más interesante y difícil.

     Para la celebración del Día del Libro en la Biblioteca Central de Almería, he grabado un vídeo leyendo un fragmento de "El Robinson del volcán" de James Fenimore Cooper, para cumplir con una iniciativa de una antigua compañera, que me lo ha pedido gentilmente. Acabo de hacerlo y se me ha ocurrido esta pequeña reflexión. Porque si nos dedicamos a fomentar la lectura, acallando nuestras conciencias, ¿por qué no hacemos, de una vez, que esta ocupe un lugar central en el desarrollo educativo de ciertas etapas en secundaria? 

     Al final, toda esa carga de gramática y estudios superfluos, bastaría con aprenderlos en una segunda fase. Dejemos que los niños de 12 a 14 años, e incluso 15, lean, por encima de todo, planifiquémoslo bien, apliquémoslo a distintos conocimientos, y el resultado será alumnos cultivados, con una facilidad de aprendizaje cien veces mayor, con un vocabulario exquisito, con retentiva fotográfica y con gran discernimiento de ideas. De ahí a aprender gramática básica de la lengua en un curso, es solo un fácil paso. Lo mismo diría de otras disciplinas como matemáticas o inglés, que también precisan de una comprensión lectora y de la capacidad lógica y resolutiva de nuestros cerebros.

     En fin, la frustración a veces trae este tipo de confesiones. Espero que no haya sido muy aburrida. 

     Un abrazo. 

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