jueves, 12 de mayo de 2022

ROMA SOY YO

 



Roma soy yo
SANTIAGO POSTEGUILLO


    Los que siguen este diario de un lector, desde el principio, saben que abrí boca nada menos que con Walter Scott, lo que ya indica, de por sí, mi gusto por la novela histórica y sus derivados. Pero también saben que no soy amante de los llamados superventas, y que tampoco entiendo el concepto de "engancharse" a una novela, como si fuera una escena inacabada cuyo único atractivo es conocer el final. Por todo esto, el hecho de que el día del libro fuese a comprarme un ejemplar de la última obra de Posteguillo (conocidísimo autor de novela histórica basada en la antigua Roma) ya tiene mérito. Vi su anuncio en televisión, y dado que el tema me interesó, pues la figura de Julio César es una mis figuras históricas más leídas, me lancé. 
    Evidentemente, la lectura se preveía divertida, además de didáctica, pero he de añadir algunos detalles: me parece que Posteguillo ha encontrado, si es que no lo hacía antes, porque no lo he leído nunca, un engranaje perfecto para este tipo de construcción narrativa. Por supuesto, se mueve sin ambages en el mundo de la tensión narrativa, de los elementos y trucos de toda la vida para mantener la atención del lector y crear horizontes y expectativas. Es un juego de piezas que se va engranando conforme los personajes se perfilan y la trama se amplía: se rompen unas cuerdas y otras se van extendiendo.
    Hasta ahí, Posteguillo no creo que haya inventado nada. No obstante, como esto no es lo importante en el arte, ya que la invención es un término sobrevalorado en ocasiones, hay que añadir que la parte didáctica de la novela constituye un pilar fundamental de su narrativa, puesto que aporta veracidad, reflexión y fundamento. En esto se nota que es profesor. Por otra parte, el juego de alternativas y analepsis que utiliza es eficaz y dinámico, ayudando al lector a acoplarse a la trama y a entender argumentos y contrargumentos de los personajes y su mundo.
    Son novelas muy extensas (y esta promete ser el primero de seis volúmenes, ¡nada menos!), sin embargo no se ha hecho tediosa en ningún instante. Incluso, la terminé de leer en apenas tres días. Hacía tiempo que no sentía cierta ansiedad por continuar una lectura. Supongo que a eso se refiere la gente que se "engancha" a una novela. Pero, en mi caso, no era tanto por conocer el final de la trama sino por seguir disfrutando del dibujo, las escenas, la época vívida que Posteguillo muestra en sus capítulos.
    Poco tengo que añadir. Es una novela muy recomendable, que no va a cambiar ningún aspecto de la literatura que conozcamos, pero que tampoco lo necesita. Resulta refrescante y edificante, a la vez, porque hay mucho de didáctico en su lectura, combinando esto con la intensidad narrativa y la diversión para el lector.
    Acabo de hacer un nuevo amigo, como podéis ver.
Un abrazo. 

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