miércoles, 10 de noviembre de 2021

DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE

 



Diario del año de la peste
Daniel Defoe

    
    Cuando la literatura se convierte en un informe documental traspasa las líneas de la verdad y la ficción, en mayor medida que ninguna otra obra. La ficción narrativa tiene la virtud de construir su propia certeza, haciéndolo con las herramientas que la lengua ofrece, que son instrumentos poderosos y visuales. 
    Es sorprendente la relación que esta obra de Defoe tiene con la situación actual de pandemia, o la comparación que aguanta con títulos como Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, aunque esta última juega con la tensión de los personajes y su moralidad, principalmente. Defoe, no obstante, intenta transmitir al lector diferentes escenarios y sus consecuencias, creando el dibujo de una ciudad y un país que está completamente trastocado, caricaturizado y deformado por la enfermedad, la miseria y el miedo.
    No reconozco al Defoe de esta obra, que era el escritor dinámico y divertido de mi juventud. Me sorprende su manera de tratar el tema y la elección de la metodología narrativa. Es uno de esos descubrimientos que cambian la perspectiva personal de un lector experimentado y familiar a este tipo de escritores.
    Surgen las preguntas, desde la frialdad documental de la historia y su desarrollo, sobre la entereza de los seres humanos y, sobre todo, sobre la fragilidad de la raza de los hombres, en jaque ante cualquier embate de la naturaleza desbocada. Aunque, fundamentalmente, lo que atrapa es la supuesta objetividad artificial de la lengua de Defoe, reconstruida para tal efecto y que produce una impresión curiosa: el lector atisba, desde una ventana privilegiada, el paso de los acontecimientos que son, a su vez, analizados, puestos en contexto y extraídas sus consecuencias.
    Es una novela, sí, con una construcción muy ordenada, aunque a veces un poco arbitraria en la relación de los hechos y las opiniones de la voz narradora, pero que se va erigiendo, en el paso de las páginas, como una fotografía hiperrealista del mundo moderno. Porque, más allá del hecho histórico concreto, tiene una sorprendente apariencia de contemporaneidad, tanto en los detalles como en las explicaciones que se tratan de dar al lector.
    Una narración lenta, morosa, detallista, incluso documental, pero de una profundidad y un relieve muy interesante. Extrañamente atractiva.
Un abrazo. 

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