sábado, 27 de noviembre de 2021

BERLIN Y EL ARTISTA

 



Berlín y el artista
Robert Walser


    En mis idas y venidas por la feria del libro de Almería, la pasada, y por los distintos puestos, encontré esta pequeña joya reciente, de editorial Siruela, que centra sus esfuerzos en las ínfimas perlas de un escritor muy importante, aún por descubrir entre el gran público. Un artículo periodístico en el que ensalzaba su figura como, nada menos, que precursor de la literatura kafkiana llamó mi atención. A partir de ahí, compré varios volúmenes: entre ellos, El paseo, que es un relato que me recuerda al escritor checo, de algún modo. Así que no iba desencaminado con mi elección.
    Este volumen recoge los diferentes artículos, relatos cortos, visiones, de Walser, ya establecido como escritor profesional y que, desde la distancia de la madurez, se ve a sí mismo y al negocio literario, así como al objeto mismo de su trabajo. Lo que ve es más natural de lo que parece, a juzgar por lo que pudiese rodear la crítica de sus escritos, y podemos observar, así, al Walser que se identifica con cierto modo de fracaso, a sus relaciones con las editoriales, a su sentido de lo pasajero, de la intensidad del acto creativo, etc.
    Es un libro que nos acerca directamente al alma del verdadero creador, del artista definitivo, entregado a la labor, donde lo pasional y lo técnico se entrelazan, donde lo pecuniario adquiere su valor y su puesto, y donde lo rutinario se eleva hasta lo trascendente.
    Resulta un libro muy curioso, a la par que íntimo, y que requiere de un ritmo diferente de lectura, en el que el lector se aproxima a una conversación pausada, filosófica si se quiere, pero también divertida: algunos personajes reales (intuyo que reales) y lugares urbanos donde el autor deambuló, cruzan, transformando la esfera de lo literario en una confesión de sensaciones e ideas propias.
    Es como quedar a tomar un café con Walser y dejar pasar las horas, mirando al parque desde las ventanas de una amplia y coqueta cafetería, en un atardecer de otoño. Conversación que invita al conocimiento de nosotros mismos para el entendimiento del otro. Paisajes comunes situados en otro lugar del mundo, paseos y conversaciones, cotilleos y reflexiones: todo dentro de la cápsula gélida de la palabra de Walser, que nunca va directo al corazón, ni se deja emocionar fácilmente pero que, rodeo tras rodeo, localiza la herida y la sana.
    Para divertirse con las pequeñas cosas.
Un abrazo.




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