miércoles, 21 de julio de 2021

BLACKSAD

 



Blacksad
Díaz Canales & Guarnido


    Ya tuve la ocasión de hablar de mi historia con los cómics y su relación con mi gusto literario. Huelga decir que adoro los clásicos, pero también estoy abierto, lógicamente, a todo tipo de aportación moderna. En este caso, gracias al préstamo de un amigo que tiene más conocimiento que yo, me ha llegado este volumen de cómic nacional que, al parecer, es muy conocido y premiado. Y no me extraña.
    La calidad de los dibujos va a la par con la ambientación de las historias, la originalidad de los personajes (mitad animales, mitad hombres) y lo bien elaborados que están sus guiones. Es cierto que abundan en los lugares comunes del género negro, con sus brumas, sus gabardinas, el sexo ocasional, el alcohol, la desgracia que acompaña a los personajes principales, el secundario gracioso, etc. En cierta manera, son herederos de una literatura que bebe del teatro del Siglo de Oro, la novela negra, la tragedia griega o las fábulas de Esopo, incluso. Pero esto es lo más normal cuando se trata de literatura de calidad: bebe de las fuentes madre más habituales. 
    Las historias de este volumen integral están enlazadas en el mismo mundo conocido, continúan la saga y engrandecen el aura del protagonista. El humor negro se desliza por entre los asesinatos, la sangre, las infidelidades, las tramas, lo que suele ser bastante recurrente. En mi opinión, los clichés del género le quedan muy bien al cómic y ennoblecen la historia, así como le da poso y profundidad: se trata de una madera envejecida artificialmente, pero que llena el ojo.
    No he tenido la oportunidad de saber si esta saga tiene continuación, o no, aunque me da la impresión de que su enorme cantidad de reconocimientos advierte de su prolongada presencia en los quioscos. Me encanta Blacksad, por su tenebrismo y su gracia, por su dinamismo y entretenimiento y por la enorme y sorprendente calidad de sus dibujos y paisajes urbanos, propios de una película de los años cincuenta. 
    De vez en cuando (y yo lo hago a menudo), la lectura de un buen cómic recupera las energías que, en ocasiones, la literatura absorbe. Es una manera de seguir entrenando la imaginación sin someterse a grandes ejercicios gimnásticos. Altamente recomendable y divertido.
Un abrazo. 

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