domingo, 6 de diciembre de 2020

TODO CUANTO AMÉ

 



Todo cuanto amé
Siri Hustvedt


    No es casualidad que me encanten los novelistas norteamericanos, o aquellos que escriben como ellos. Centrándose en las relaciones humanas, más allá de los elementos que re-hacen una normalidad caduca, siguen evitando el secretismo de las palabras huecas, siguen abriendo puertas y ventanas y dejando el paso de todo aquello que nos convierte en fraudulentos, libérrimos, vulnerables y bellos. La forma que tiene Hustvedt de estructurar todo esto, en torno al arte, la abstracción, la belleza y lo sórdido de una mente desorientada, encuentra una línea narrativa muy interesante que ahonda profundamente en los personajes, sin ahogar al lector en una amalgama de sentimientos insondables. 
    Quizá peca de efectismo en algunos tramos que son, fácilmente, prescindibles. De hecho, parece como si quisiera liquidar de un plumazo ciertos asuntos aunque, en cierto modo, es normal en una escritora que parece considerar lo importante de lo secundario y lo esencial de cuanto somos, más allá de algunos elementos anecdóticos (por serios que parezcan).
    Hustvedt es una escritora ampliamente reconocida que recupera los mitos literarios que se escondían en las novelas de Kerouac (o eso me lo parece), de la Beat Generation, en la manera en que circulan por sus vidas algunos personajes, pero también en la forma en que lo sórdido, la degeneración, consisten en una forma de amor encubierta, una debilidad más que envuelve al ser en su propio mundo, transformándolo y reubicándolo.
    Si las relaciones humanas se desarrollaran en el modo en que ella las describe, habría algo de inmortal en nosotros, de esencia que no muere. Visto a través de otros escritores como Camus, estas relaciones humanas son, simplemente, un residuo de la muerte que nos persigue, un tiempo añadido que no significa nada. Para quien no ha vivido en el circo emocional que Hustvedt describe, todo puede mostrarse como difícilmente asimilable, o novelístico. Lo cierto es que la vida es más literaria que la propia obra del hombre, como siempre se dice, aunque, no cabe duda, los novelistas suelen colocar las aristas de los personajes juntas, para que así impresionen mucho más al lector. En todo caso, la manera en que ella coloca las piezas hace que el conjunto fluya con enorme liquidez, sembrando de imágenes el paso del lector.
    Más allá de todos los merecimientos públicos, que casi siempre no significan nada, Hustvedt es novelista y tiene la mirada de la modernidad urbana norteamericana, que transmite con frialdad y con esperanza de fotógrafo: el objetivo quieto, recogiendo el paso del tiempo y anotando con calma lo que el tiempo destruye a su paso.
Muy recomendable.
Un abrazo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

MIENTRAS AGONIZO

  Mientras agonizo William Faulkner          Cada vez que encuentro una obra de Faulkner en cualquier tienda de segunda mano, mercadillo, o...