domingo, 29 de enero de 2023

EL ABUELO QUE SALTÓ POR LA VENTANA Y SE LARGÓ

 



El abuelo que saltó por la ventana y se largó
Jonas Jonasson


        No suelo leer lo que me recomienda mi hermana Esmeralda, que tiene unos gustos muy dispares a los míos. Pero reconozco que este libro, de portada inclasificable y tufo a best-seller, me ha sorprendido gratamente. Tal vez porque no me esperaba la cantidad de innombrables situaciones cómicas que provoca. O puede ser por el lenguaje dinámico, flexible y rápido con que los personajes van enlazando pensamientos y acciones. La trama llega a ser un pastiche de Forrest Gump en muchos aspectos, recordando a aquel en los diferentes saltos dramáticos a los que se enfrenta. A pesar de ello, la gracia con que el autor construye la loca peripecia vital del protagonista resta enteros a un posible rechazo.
        Es una novela para pasar el rato, por supuesto, y en esto hay pocas que le ganen. Sucede de todo y en abundancia aunque, a mi modo de ver, llega al extremo de su propia caricatura. Los excesos, en estos casos, son inevitables. Es el precio a pagar para conseguir un resultado atractivo.
        Este tipo de obras no se leen dos veces; a la segunda, perdería su chispa, está claro, pero ¿a quién le importa? No hay nada que desentrañar, solo es un trago largo e intenso, un sabor oxigenante, una noche de sábado. Cumple su función a la perfección, sin restarle méritos literarios a lo que se lee, pero no pretende ir más allá, y eso se agradece.
        Recomiendo su lectura por su efecto terapéutico y desinfectante. Como un buen analgésico.
Un abrazo. 

miércoles, 18 de enero de 2023

LOS VERSOS SATÁNICOS

 



Los versos satánicos
Salman Rushdie


    Después de 4 meses y pico sin escribir nada en este diario, por culpa de unas reformas y de la posterior mudanza, vuelvo a la rutina con ese libro que me permitía escapar de la dura realidad de las chapuzas, los descuidos, el estrés. Lo compré de segunda mano en la tienda de disco-libro de Almería, la de toda la vida, a sabiendas de lo que significaba este autor, pues ya había tenido la ocasión de dialogar con él con un ejemplar que, si no recuerdo mal, está reseñado en estas páginas.
    Sin duda, se trata de uno de esos escritores que sería fácil denominar como "fabulistas", puesto que utilizan todo tipo de elementos de las culturas exóticas orientales con el fin de atrapar al lector en el maremágnum de los sentimientos humanos. Coincidió la lectura de este ejemplar con el atentado que sufrió Rushdie en Nueva York, y que casi le cuesta la vida. Cosas de la fortuna. Sin embargo, el terrorista no se salió con la suya y, a día de hoy, el autor ha recuperado el habla. 
    Las secuelas que este libro dejó en su existencia no fueron pocas: desde la persecución hasta el estilo de vida de un amenazado, los improperios, todo lo que significa estar en el ojo del huracán del fundamentalismo. Cuando lees las páginas de este cuento, o así lo denominaría yo, no te parece, de ninguna manera, que haya motivo para enfadarse tanto o para sentirse ofendido, en lo que a la razón religiosa o filosófica se refiera. Tal vez, en la mente de todos está el inconfundible hecho de que para odiar no hace falta, en realidad, una motivación especial. Y, en este caso, basta con que se nombren a personajes del Corán, o se satiricen algunas situaciones que los más recalcitrantes considerarán como un ataque a la fe que profesan.
    Estupideces aparte, Los versos satánicos bucean en el sentimentalismo de las Mil y una noches desde el punto de vista de un narrador irónico, burlesco y superlativo. La muerte y el amor, como un enlace de dos caras de la moneda, como ocurre en buena parte de la buena literatura, une los sueños, las imágenes y los símbolos de personajes que, más allá de personas ficticias, se presentan como verdaderos mitos terrenales, pegados al día a día y que, en cualquier momento, podemos cruzarnos por la calle.
    En esto hay poca diferencia con respecto al concepto de lo real maravilloso, que diría Carpentier, o realismo mágico, como acuñó el término de la crítica. Puesto que la fábula, la moral que esconde un cuento lleno de magia, de cosas y seres extraordinarios, vinculada a la realidad se transforma en una estampa de colores que amplía el espectro del blanco-gris-negro que nos rodea habitualmente. 
    Su forma de escribir, que recuerda a veces a Hermann Hesse o a Jorge Luis Borges, es la de un erudito que se entretiene con las palabras. Aunque, por supuesto, este juego trata de cosas muy serias.
    Por lo demás, es una obra divertida, compleja de leer, muy compleja, pero que atrapa al lector en los paisajes, los contextos y las formas. Mi recomendación es que no tratéis de entenderla por completo, porque no hace falta, sino que intentéis sentirla, que es aún más difícil, aunque más satisfactorio.
A disfrutarla.
Un abrazo. 

MIENTRAS AGONIZO

  Mientras agonizo William Faulkner          Cada vez que encuentro una obra de Faulkner en cualquier tienda de segunda mano, mercadillo, o...