domingo, 21 de marzo de 2021

AVENTURAS CÓMICas

                                                    

   Aventuras Cómic-as

                                                                 
                                                                                                                            
    Buena parte de nuestra memoria colectiva de infancia está ligada al mundo de los tebeos o cómics, por lo menos en mi generación era así. Ahora se trata de productos de culto entre los lectores, sobre todo entre aquellos que practican el fetichismo. Y, a pesar de las NNTT o del desprestigio que, entre los más jóvenes, tiene el acto de leer es curioso cómo se ha producido un auge entre estas publicaciones.
    No es de extrañar, de todas maneras, puesto que este es un fenómeno ligado a la literatura popular, de fuerte raigambre en nuestra cultura desde muy antiguo. Mucho más de lo que creemos. En los mercados de las grandes ciudades (Valencia, Sevilla, Barcelona, etc.) circulaban los llamados pliegos de cordel, donde se daba difusión a buena parte de la literatura picaresca, de juglaría, romancero antiguo, cancionero popular y las primeras novellas, ligadas al tema amoroso, a la literatura didáctica y, posteriormente, a las historias truculentas, del hampa, muy atractivas para el público poco versado en alta cultura. 
     Posteriormente, y con la llegada de la Ilustración, curiosamente, el fenómeno se hizo cada vez más popular, hasta el punto de que sirvió de antecámara de la llamada novela por entregas o el folletín. ¿Quién no ha oído hablar de las novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, o de las novelas de Corín Tellado? Estos serían los herederos naturales de la literatura de cordel.
        Para los que hemos crecido y aprendido a leer con un tebeo, recuperar esta costumbre, de vez en cuando, es como respirar aire libre y limpio. Y, por pura casualidad, esto es lo que hecho este fin de semana con los ejemplares que aquí muestro.

    Me he sentido rejuvenecer y he sentido, además, una conexión especial. Mi tío José Manuel, con el que me encontré, por casualidad, después de comprar estos ejemplares, es un ávido lector de las aventuras de Blake y Mortimer desde su adolescencia, y dibujó una amplia sonrisa al saber que había adquirido el último ejemplar. Me explicó que los autores actuales son herederos del original y que, de todos modos, siguen esa tradición manteniendo viva la llama de esos personajes flemáticamente británicos que representan una realidad, tal vez, desaparecida para siempre.

    En cuanto a las adaptaciones de la novelística a la literatura visual del cómic, las aventuras de Rouletabille, como esta que muestro del "cuarto amarillo", recuerdan, también, que los sueños escritos son susceptibles de ser plasmados con perfectas imágenes, ampliando, aún más, el concepto de lectura tradicional. Todo esto juega un papel muy importante en la difusión de los grandes escritores y sus obras, sobre todo entre los más jóvenes, que se acercan al cómic con mayor facilidad e interés.

    No podemos olvidar, yo por lo menos no lo hago, la literatura jocosa, "carnavalesca" como diría Mijail Bajtin, en lo referente a la risa satírica, a la crítica social y ácida del mundo en el que vivimos. Si bien en la novela encontramos ejemplos como el de Svejk, del que ya hablamos en este blog, no me cabe duda de que los agentes de la T.I.A.: Mortadelo y Filemón, forman parte de la mejor literatura de humor que se ha escrito en este país y que conforma la memoria historia de todos nosotros. Ibáñez es un guionista y dibujante de primer orden, un enorme creador y (permítame, maestro) un cachondo universal. Lo que me sigo riendo con estas historias no tiene precio. El humor, empaquetado en los Olés y Súper olés, es magnífico, tanto por la imaginación al crear situaciones risibles, de puro divertimento, como en las dobleces y en el sentido irónico de las historias que cuenta, en lo reconocible de sus personajes, sus tipos, y en la fantasía de sus inventivas. Recuerdo, también, a Súper López (extraordinario), Zipi y Zape, el botones Sacarino, etc. Inolvidables.

    Hay que encontrar tiempo para leer cómics y tebeos, ya sean adaptaciones de novelas policíacas, series de héroes norteamericanos como Spiderman, mi preferido en la infancia, o clásicos insustituibles como los muy queridos por mi padre y la generación de postguerra: El capitán Trueno, El Cachorro, El Jabato, El guerrero del antifaz, Tintín, Asterix y Obélix, Roberto Alcázar y Pedrín, y tantos y tantos.

    Sirva este breve recordatorio para insistir en la importancia del cómic como deleite cultural pero, también, como fuente de recreación de una literatura que ha superado el paso del tiempo y de las modas, seguramente porque forma parte de nuestra esencia de seres inquietos, curiosos y ávidos de experiencias. Porque leer cómics es como viajar a otros mundos y meterse en la piel de otros, como la canción de Sabina sobre el pirata. Lean y compren cómics, por favor. Seguiremos analizando algunos de estos, próximamente. 

Un abrazo. 







martes, 2 de marzo de 2021

LIBRO-OBJETO

 


Libro-Objeto
Jordi Pla


    Tengo el gusto de reseñar un libro fresco, nuevo y de un autor desconocido para el gran público. Todos estos ingredientes, puestos en boca de una buena crítica, son los ingredientes necesarios para el descubrimiento literario. En este caso, conozco personalmente a Jordi y aunque me parezca un inteligente y curioso profesor de filosofía, joven y con talento, esto no sería suficiente para hablar bien de su Libro-Objeto, que es una pequeña publicación que tuve el gusto de leer a retazos estas semanas.
    Mis lectores ya habrán adivinado que el lapso de tiempo entre artículos en este blog, normalmente, corresponde al tiempo de lectura de una nueva obra. Eso significa que este blog, canónicamente, corresponde al formato del diario de un lector. Sin embargo, en el caso de esta obra, ha sido leída como apoyo, como "objeto de apoyo" (nunca mejor dicho), a las pequeñas pausas entre los volúmenes jugosos y complejos que estoy devorando en el último mes.
    Pero Jordi Pla merece atención y consideración y se la he dado, faltaría más, aunque en el tempo de su escritura, que es fragmentado, breve y sintético. Esto le imprime un ritmo muy rápido a la lectura, de la misma manera que le proporciona una vía de comunicación ágil con el receptor, tal y como postulaban el romancero viejo, el relato moderno o el cuento. No deja de ser Jordi un escritor de ideas veloces, al ritmo de su lectura, espoleado por su abundante cultura personal y su excelente gusto artístico. Una de sus citas, Terry Eagleton (a quien yo admiro profundamente), estudia el canon literario, sus consecuencias y los objetivos de la crítica para establecer un estándar de lectura. El Libro-Objeto, en este sentido, y como dice Eagleton, estaría a medio camino entre el canon conocido (Bolaño, Schwob o cuentistas españoles de gran nivel) y la originalidad propia que rastrilla el suelo, creando su propio espacio de siembra.
    Me he divertido mucho leyendo esta colección, mucho, y, sobre todo, no he perdido el sustento de una buena lectura durante el proceso: aprendizaje, curiosidad, interés por segundas lecturas, intertextualidad, sorpresa. Nada en esta colección me parece puesto a la arbitrariedad de una pluma caliente, sino objetado por la referencia expresa del que sabe lo que dice, arrimado por la juventud impulsiva de una idea motivadora y expresado, formalizado, por un lector bien formado al que le ha llegado su hora de escribir. 
    Jordi es un hombre respetuoso, de diálogo fluido, que sabe escuchar, comprender y apostillar, que sabe, básicamente. Esto queda reflejado, sin lugar a dudas, en este prometedor libro, que escarba en la raíz de la literatura universal y que es español, como ninguno, entendido esto en los márgenes de la lengua española, que también es universal. Ahí podemos ver la contradicción, el deseo, lo cercano, lo trascendente en la cotidianidad, el humor negro, la verbosidad y el terreno de la idea. En ocasiones, es sureño, volátil y, en otras, es frío, reflexivo. La persuasión de su narrativa nos acerca al autor, que son los autores, en realidad, pues los personajes van construyendo, en escasas líneas, el terreno de su contexto vital. Todo en cuatro escasas paredes, sin un gran edificio artístico, a vuela pluma.
    En este sentido, se consigue estar dentro de los límites concedidos al subgénero y, por supuesto, en la línea de flotación de todo lector que se precie, manteniendo el equilibrio justo entre originalidad y horizonte de expectativas.
    Por todo ello y, sobre todo, porque leer algo nuevo de tanta calidad es una satisfacción, crea esperanza en la continuidad de nuestra literatura, abona el sustento artístico de nuestro país y contribuye a ampliar nuestros horizontes personales, recomiendo vivamente su lectura. Por ello y porque, después de haber tenido contacto con el Libro-Objeto, muchos serán los temas de conversación para la próxima tertulia de amigos. Muchos y jugosos.
Un abrazo.

MIENTRAS AGONIZO

  Mientras agonizo William Faulkner          Cada vez que encuentro una obra de Faulkner en cualquier tienda de segunda mano, mercadillo, o...