viernes, 28 de julio de 2023

LUGARES NO RECOMENDABLES

 



Lugares no recomendables
James Fenton

    Di con este libro por casualidad en la tienda de segunda mano de Almería. Me gustó el título y la sinopsis tan sugerente, que apenas ojeé por encima, y me lo llevé. Me he entregado a su lectura durante los últimos cuatros días y el resultado ha sido muy bueno. He de decir que no suelo leer crónicas periodísticas, ni libros de viajes, aunque estos últimos me suelen gustar bastante. En este caso, se aglutinan los dos estilos y una pátina histórica que le da al libro un punto interesante.
    James Fenton vivió los años convulsos de Vietnam, Camboya, Filipinas o Corea, entre otros. Me refiero a los años finales del siglo XX, por supuesto, ya que la convulsión en algunos de esos lugares continúa y no tiene visos de mejorar. Las pequeñas anécdotas que trufan la narración cobran consistencia en el global del relato, ya que convierten unas memorias de trabajo en una fotografía en movimiento de un lugar en plena efervescencia. Como otros relatos de este tipo, observamos las miserias del ser humano, pero también las pequeñas grandezas que lo ennoblecen. Vislumbramos el horror, la desgracia ajena, la podredumbre moral, la muerte y, cómo no, la vida que se abre paso a empujones. 
    Todo es caótico, dinámico y destructivo. En medio del desorden, los personajes reales se solazan de diferentes formas y alcanzan a sonreír en ocasiones. Pero, en suma, es la crónica de la lucha por la vida en aquellas partes del planeta donde el contexto se ha vuelto infernal. El descontrol, la avaricia desmedida, la ceguera y la destrucción campan a sus anchas. Fenton no pierde ocasión de leer un buen libro, tener una buena conversación o vigilar lo que pasa a su alrededor, participando activamente en los hechos. 
    Este tipo de narraciones, desde la primera persona de un narrador-testigo, se convierte en una historia trepidante de malos sueños. Cualquier cosa que podamos imaginar se encuentra allí donde la realidad se hace presente en toda su crudeza.
    El estilo es sencillo, periodístico, informativo a veces, pero en él se vislumbra al sujeto que retiene en su memoria lo que ve. Es un relato agobiante pero al que el lector se acaba acostumbrando, como si nuestras botas se fuesen llenando de barro, página a página. Muy interesante.
Un abrazo.


martes, 25 de julio de 2023

EL PASADO SIMPLE

 


El pasado simple
Dris Chraibi


        Busqué esta obra encarecidamente, gracias a la recomendación de uno de nuestros alumnos de ATAL. Para quien no lo sepa, este tipo de alumnos reciben un programa de inmersión lingüística, y algunos ni siquiera saben decir "hola" en español. Sin embargo, el protagonista del que hablamos es un chico que ya se comunica abiertamente en nuestra lengua y que, en una exposición de su clase, utilizó esta obra como ejemplo de literatura marroquí.
        Reconozco que me pareció, desde el primer momento, una propuesta interesante. Seguramente porque no he leído casi nada de nuestro país vecino y necesito ampliar mis horizontes de conocimiento literario. También porque el legado de Chraibi en su país es seguido y estudiado, algo que me despierta cierta curiosidad, sobre todo teniendo en cuenta que su lenguaje es crítico y ácido. Esta obra incide abiertamente en las contradicciones del mundo islámico: su forma de perfilar la sociedad, el papel que concede a la mujer, el horizonte de futuro de la juventud islámica. Todo eso se aglutina en la figura de un joven contestatario, que rechaza las grandes líneas de su cultura materna y que invita a la reflexión. 
        Chraibi, que era científico de profesión y lo abandonó todo por una idea esperanzadora de la literatura, tal vez como un medio de salvación de sí mismo y del mundo, utiliza una forma de expresión directa, atenazadora, que provoca un cierto rechazo, inicialmente, pero que puede llegar a ser reveladora. Los paisajes humanos de esta novela, si es que pudiera llamarse así, constituyen una acuarela luminosa y realista, a pesar de los subterfugios culturalistas que usa. No se trata tanto de conocer el mundo islámico, sino de confrontar todo lo negativo que conlleva. Pero, no nos engañemos, Chraibi arrastra con él la hipocresía occidental, su fragilidad, la mentira de sus postulados liberales, su falsa creencia en la libertad del individuo, que está maquillada por otras ideas superiores que lo encarcelan. Este autor no puede disociar su educación occidental, su alta cultura tal y como la conocemos, de su origen marroquí, africano, musulmán, aspectos todos estos con los que convive en absoluta armonía. Una armonía que no supone una aceptación sino un cuestionamiento constante. 
        Dris Chraibi, como los buenos escritores, desnuda sus prejuicios a la luz de un sentimiento superior: el de su anhelo de libertad, de expresión, de vida. Hay una especie de tentación del abandono en sus palabras, en el perfil de ese joven que nos describe, de sus actitudes y sus fanfarronerías. Enfrentándose al mundo de sus padres cumple con la promesa del hijo, el mayor enemigo del padre y al que debe enterrar, de algún modo. Supone un ejercicio de liberación, pero también de respeto por sus propios cánones filiales, a los que considera desde una perspectiva crítica, lo que no significa una destrucción de sus fundamentos sino una transformación. Dicha transformación solo puede traer aparejada, en ocasiones, una desaparición de formas y modos, pero también puede significar una perspectiva más amplia, una readaptación de los sentimientos, de la fe misma. 
        Me ha parecido una lectura interesante y arriesgada. Es un soplo de aire fresco, muy fresco, que ayuda a comprender ciertas cosas y que me aproxima al mundo de alcanfor de todos esos marroquíes que, más flexibles o menos, traen a sus hijos a mi aula para que los eduque.
Un abrazo.



MIENTRAS AGONIZO

  Mientras agonizo William Faulkner          Cada vez que encuentro una obra de Faulkner en cualquier tienda de segunda mano, mercadillo, o...