domingo, 19 de diciembre de 2021

JAZZ

 


Jazz
Toni Morrison

    Que me gustan los novelistas norteamericanos, ya lo he dicho. Que no conocía a Toni Morrison, a alguien le parecerá raro, teniendo en cuenta que fue merecedora del premio Nobel. Pero tampoco es que este premio, por muy prestigioso que sea, cambia mucho sobre la realidad de los libros o de la obra de un autor. Los hay que están, y deben estar, y los hay que son por otros condicionantes, que tienen menos que ver con el hecho literario o artístico. Admito que, durante muchos pasajes, esta obra me aburrió. No en el sentido en que algunos lectores lo entenderán, sino en el sentido de que las páginas pasaban sin pena ni gloria, lo que no es un comentario muy adulador.
    Tal vez se debiese a mi estado de ánimo, pero los he tenido peores y eso no me aseguraba una mala sensación. No obstante, es de reconocer que algunos párrafos de esta novela, y sobre todo el principio, denotan una habilidad comunicativa especial, un ritmo muy directo y potente y unos personajes muy llamativos y contrastados. 
    ¿Lo mejor? Tal vez el contexto de la historia, la forma en que dinamiza el argumento y las claves más profundas de lo que intenta contar. ¿Lo peor? La sedimentación de la historia que se vuelve lentitud innecesaria, repetición, que se aletarga en detalles contingentes. Hay algo en Toni Morrison, o en esta novela por mejor decir, que no me acaba de convencer mucho. Pero no porque no me guste, sino porque no ha conectado con mi forma de entender la novela. 
    Lo que no se le puede negar a la autora es su manifiesta habilidad para recordarnos temas trascendentales, envueltos en historias cotidianas. Los norteamericanos, o su forma de construir el arte de escribir en la modernidad, puesto que son un país moderno (con lo mejor y lo peor que esto significa), proporcionan una visión real de estados de conciencia irreales, que no parecen cotidianos, que se apartan de las relaciones sociales tal y como las entendemos en Europa. Y eso es sumamente enriquecedor.
    Por lo tanto, la lectura de Jazz es una actividad interesante, en todo caso, y un reto por descubrir. Mi escepticismo merecerá una segunda lectura porque, de todos modos, me quedo con la sensación de que me he perdido algo. 
Un abrazo. 

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